21 DE SEPTIEMBRE DE 2009
Entrevista a Roberto Fantuzzi, empresario, emprendedor y motivador por excelencia: “Hay mucha gente a la que sólo le falta una oportunidad”
Aun inserto en un espacio globalizado, este ingeniero comercial reconoce las carencias de un Chile inerte en la enseñanza del emprendimiento. ¿Bases para una solución? “Crear una cultura del fracaso” y “fomentar la creatividad de los trabajadores”.
Por: Karen Cordovez V. // Fotografía: Felipe Quintana S.
“De cierta forma, me transformé en empresario casi por casualidad”. Así de trasparente y espontáneo es Roberto Fantuzzi, todo un líder de opinión y voz autorizada en el mundo de las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes).
Ingeniero comercial de profesión, cuenta que los primeros pasos de su veta empresarial los dio en el negocio familiar, el cual le permitió cimentar, poco a poco, el camino que lo convirtió en todo un referente que, sin arrepentimientos, reconoce haber vivido las dos caras de la moneda: el éxito y el fracaso. De hecho, asegura, aprendió mucho de sus proyectos truncados, los que en ningún caso menguaron el espíritu emprendedor que en él se destaca y que hoy comparte con familiares, trabajadores, y en las diferentes charlas motivacionales que realiza por Chile a cambio de que, quienes lo invitan, realicen donaciones de alimentos para el Hogar de Menores Cardenal José María Caro, donde figura en el rol de presidente.
Su vocación de servicio público lo llevó además a incorporarse al directorio de la Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza, y le permitió que sus acciones fueran destacadas internacionalmente por la Fundación Proyecto Paz Mundial que le entregó el “Premio Chile por la paz”, galardón que vino a sumarse a su vitrina de premios, entre los que destacan el “Decálogo del exportador al empresario chileno ejemplar" (otorgado por la Corporación Nacional de Exportadores), y el reconocimiento al “Ingeniero comercial más destacado" (Asociación de Ingenieros Comerciales de la Universidad de Chile).
Pese a tanto elogio, Roberto Fantuzzi no se cree el cuento y, por lo demás, mantiene su perfil bastante sencillo. Amablemente recibió a Momento Cero (Mo.0) en su llamativa oficina decorada con un escritorio triangular, sillas de barbero, un caballo de madera y hasta un columpio que cuelga del techo. Nada tradicional, pero muy en su estilo… atípico entre sus pares.
¿Cómo un ingeniero comercial llega a ser uno de los empresarios más reconocidos del país?
Yo no me diría ‘destacado’, porque eso suena como a ‘cachiporreo’ (ríe). Lo que pasó fue que salí de la universidad para trabajar como ingeniero comercial justo en los tiempos en que Jorge Awad -que es presidente del directorio de LAN- era director de la Dirinco (Dirección de Industria y Comercio), que era el organismo que fijaba todos los precios y que determinó que todas las empresas debían llevar contabilidad de costos. En esa época, mi familia tenía una empresa que fabricaba 200 cocteleras al mes y como en Fantuzzi nadie sabía de contabilidad de costos y yo sí, me llamaron para trabajar en el negocio familiar y así partí (sonríe).
Y en el camino, además, ha desarrollado su espíritu emprendedor…
Creo que es importante entender que el emprendimiento se da en todo orden de cosa. Tú puedes tener cualquier profesión y ser un emprendedor. El padre Felipe Berríos (capellán de Un Techo Para Chile), por ejemplo, es un emprendedor social, al igual que “Don Francisco”, por sus actividades en la Teletón.
¿Y qué lo motivó a usted seguir por la senda del servicio social?
Lo que pasa es que ha habido casos en mi vida que han influido mucho, como por ejemplo el haberme casado con una mujer que tiene mucha conciencia social y un día, junto a una amiga, abrió un hogar de menores que partió con dos niños y hoy tienen cincuenta. Eso me cambió la vida, la verdad. Lo otro fue haber conocido al padre Felipe Berríos, quien me invitó a participar de un proyecto en la cárcel y con eso también como que me reorientó en el mundo, ya que antes me dedicaba sólo a ver cosas como del área financiera y productiva de mis empresas, pero de ahí en adelante me empecé a relacionar más con los temas sociales.
Como empresario, ¿qué ha hecho para fomentar el emprendimiento en sus empleados?
Los trabajadores de una empresa también pueden llegar a ser tremendamente emprendedores; el problema es que no se les da el espacio para que desarrollen su creatividad. En ese sentido, nosotros fuimos los primeros en realizar círculos de calidad, los que implican darles la oportunidad para que desarrollen su creatividad en beneficio de la empresa.
Emprender, pese a caer
A menudo se tiende a confundir emprendimiento con empresariado, ¿a que se debe?
Lo que pasa es que son dos conceptos que van amarrados, pero no son lo mismo claramente. Yo siempre digo que el emprendimiento es el desarrollo permanente de nuevas actividades. En ese sentido, a veces algunos empresarios marcan el paso porque creen que les va bien, pero cuando matas el tiempo haciendo las mismas cosas, aunque te vaya extraordinariamente, no estás emprendiendo, porque emprender significa desarrollar cosas nuevas y correr ese riesgo.
Pero tal arrojo abre la puerta a un posible fracaso, ¿cómo ha superado ese temor?
A ver. Yo hago unas charlas en las que hablo de que uno a veces fracasa y cuando eso sucede se te cierran todas las puertas y sólo se te abre una: en el caso de Chile… el Dicom (ríe). Es importante entender que todas las personas nos caemos y nos estamos volviendo a levantar permanentemente. En mi caso, en mi vida de empresario, me he caído dos o tres veces, pero siempre me he vuelto a poner de pie.
¿Y cuál ha sido la clave para conseguirlo?
Yo creo que es importante que en Chile le indiquemos a los jóvenes que tienen todo el derecho a fracasar… creo que hay que crear como una cultura del fracaso. Henry Ford quebró cinco veces, pero como en Estados Unidos hay una cultura del fracaso él tuvo la oportunidad de volver a levantarse, ya que de haber estado en Chile habría caído de inmediato en el Dicom y con eso habría estado liquidado. Yo he fracasado y por eso cuando hablo en mis charlas me refiero a cosas que he vivido, pero me llama la atención que la gente no se atreve a conversar acerca de sus propios fracasos porque es mal visto que te vaya mal ¡y eso que es algo que nos pasa a todos!.
Pero, ¿de dónde surge la motivación para volverse a levantar luego de fracasar?
Esa misma pregunta me hizo mi hermano cuando nos fue mal con la empresa Fantuzzi. Un día me dijo ‘y tú ¿por qué te levantas con alegría si nos fue mal?’, y le dije ‘mírame, tengo cuatro hijos… si me levanto triste estoy liquidado, así que tengo que hacer un esfuerzo por estar alegre’. Yo estaba consciente (de) que si llegaba triste a cualquier tipo de actividad, la recepción habría sido mala y las cosas no habrían resultado.
Además de una cultura del fracaso, ¿qué falta para fomentar el emprendimiento?
Hay mucha gente a la que sólo le falta una oportunidad para despertar su emprendimiento. Yo tengo un hijo que cuando estaba en el colegio armó una liga deportiva, y eso fue una iniciativa de emprendimiento, por ejemplo. Lo que pasa es que en Chile la gente sale y busca trabajo, porque es lo más cómodo y así evita asumir el riesgo de emprender, pero si uno quiere hacer algo y es ordenado, de verdad puede hacerlo todo.
Emprendedores… ¿todos?
Usted dice que tenemos el emprendimiento, pero hay que despertarlo. ¿Cómo se hace?
Creo que generando posibilidades para que la gente pueda emprender. En ese sentido, yo siento que el Dicom es lo que más iniciativas mata en Chile. Por otro lado, en las universidades te dan capitales semilla para crear planes pilotos, pero el tema del emprendimiento nunca se ha desarrollado de manera concreta, como tampoco se ha hecho en los colegios donde no se les ha dado libertad a los alumnos como para emprender.
En ese sentido, ¿cuán necesario es fomentar la educación para el emprendimiento?
Hay una historia de un grupo de niños a los que se les aplicó una encuesta cuando entraron al colegio. Como resultado se demostró que el 97 por ciento era creativo, un 3 por ciento era estructurado. A esos mismos niños se les aplicó la encuesta otra vez cuando salían del colegio y el resultado fue que un 3 por ciento era creativo y un 97 por ciento, estructurado. La explicación que se da es que el sistema escolar tiende a matar la creatividad de los niños con cosas, como por ejemplo, las preguntas con respuestas cerradas. Una profesora dice que tiene 9 manzanas y son 12, entonces cuántas le tocaba a cada uno. Cada niño sacó la cuenta y marcó la alternativa que consideró correcta. Pero uno de ellos dijo que ninguna, porque con las 9 manzanas haría puré y así repartiría a todos por partes iguales. Obviamente a ese niño lo rajaron y le mataron la creatividad. Eso pasó en la vida real y no debería volver a pasar. Por eso yo considero que es súper necesario hacer ramos de emprendimiento en los colegios y los empresarios deben hacerse parte de eso y visitar los colegios y las universidades como para empezar a cambiar el tema. Uno como empresario tiene una responsabilidad social de entregar su tiempo en compartir sus experiencias.